
Buenos días.
Este título bien hubiera podido valer para un película o un libro pero no es el caso. En realidad, lo lógico es que hubiese escrito: El Rol y yo, por Juanitoblazer pero como casi siempre arbitro La LLamada de Cthulhu, el juego de rol, pues he decidido asumir, con permiso temporal, el rol (nunca mejor dicho) de este primigenio.
Para aquellos que conozcan este pasatiempo, poco nuevo descubriré y para aquellos que lo desconozcan o bien tengan recelos de él (se ha dicho mucho y casi todo malo de los juegos de rol en los medios de comunicación) me gustaría contar mi experiencia. Quizás captemos nuevos adeptos para la causa.
Los juegos de mesa siempre me han gustado. Siendo pequeño, los juegos reunidos Geyper, el de magia Borrás, sobre todo, y ya más mayorcito, el Monopoly, Palé, Petrópolis o Ruta del Tesoro siempre estaban sobre la alfombra del salón cambiando de manos propiedades, dinero y sobre todo, buenos momentos. Ya algo más mayor, pero no mucho más y debido a mi afición por la historia militar, descubrí los juegos de guerra aunque si bien es cierto que ya me había "pegado" muchas veces en el peculiar y entrañable tablero del Stratego (¡dichosa bandera!). Así comencé a jugar a juegos de la antigua NAC (aún recuerdo que era imposible ganar con los alemanes en la Segunda Guerra Mundial de esta editorial y mirá que lo intenté veces) e International Team (marca italiana muy peculiar). Un día apareció un amigo (siempre es otro, nunca tú, jajaja) con un juego, el Guerra y Paz, de Avalon Hill (líder en juegos de tablero y guerra durante décadas) y mi universo "wargamero" cambió: conocí a grandes amigos que aún conservo (y han pasado unos 25 años de aquello), juegos diversos, más reglas (brrrrrrr), más marcas... En fin, un formidable cambio.
Estratégicos, operacionales, tácticos, batallas, campañas, guerras completas; pasé de un juego casi infantil en concepción y desarrollo a verdaderas biblias wargameras (el ASL, que ya es). Y gracias a otro amigo (insisto, siempre es otro, nunca tú) descubrí una cosa que si bien había oído sobre ella nunca le había prestado atención alguna: el Rol.
Recuerdo sus esfuerzos por explicarme en qué consistía, y yo, no entendía nada. Mi concepto del juego era hexagonal o espacial, nada de hojas de papel, ni dados extraños ni interpretar a alguien que no era yo. Y dijo la frase mágica: Tú vienes, juegas y aprendes sobre la marcha. En fin, el caso es que el día de marras iba yo dándole vueltas a esa frase y no lo tenía muy claro: ¿jugar sin aprender las reglas?, vamos que no me cuadraba mucho a mí el asunto. La cuestión es que llegué, me senté y me dieron a un personaje de otro jugador que no había podido asistir a la partida (ésta era de Runequest, fantasía medieval, para resumir). Jugamos, pasamos la tarde y al final de la sesión, la esperada pregunta: qué te ha parecido. Y yo, con educación y sinceridad a partes iguales, contesté que no me había hecho mucha gracia.
Este amigo, sin perder la sonrisa, me preguntó si me gustaba el genero de terror a lo que respondí con un sí rotundo y entonces, sin hacer caso de mi respuesta anterior, dijo, el sábado que viene jugamos rol de terror; puedes venir si quieres.
Respondí que sí pero no debido a mi experiencia vespertina sino al gusanillo del terror y al sábado siguiente, con un juego que se llamaba La Llamada de Cthulhu y una aventura del Fatal Experiments, caí en la perdición. Ya estaba enganchado.
De aquel entonces a hoy han transcurrido 20 años (que se dice pronto) y a la cuarta o quinta partida, di el paso del cambio: pasé de jugar a dirigir. Y siempre disfruto, sea una partida de unas horas o campañas semana tras semana. Y siempre, siempre, los jugadores y yo como árbitro, o vivecersa, conseguimos disfrutar de ratos entrañables.
Para los profanos y a modo de explicación rápida (insisto, mejor jugar, nada de retahilas teóricas) el Rol es como una obra de teatro, una película o un libro, donde los jugadores son los protagonistas y el árbitro, el narrador de la historia. Se actúa, interactúa, se ríe, se pasa miedo y cualquier emoción, si se toma en serio, puede aflorar durante una partida. Es un mundo que se crea para disfrutar de los amigos y con los amigos, donde la única barrera es la imaginación (tal como hacemos en un libro o en una película). Hay temas para todos los gustos, desde fantasía medieval hasta terror, desde infantiles hasta cine negro, desde ciencia ficción a históricos; lo que importa verdaderamente es la diversión que una hoja de papel, una habitación, una trama y buenos amigos son capaces de plasmar alrededor de una mesa.
Y bueno, va siendo hora de que vuelva a mi estado natural no sea que el Gran Señor del Abismo reclame lo que es suyo y me vea tirando decenas y decenas de dados de cien para perder cordura...
Desde un oscuro rincón de la Biblioteca de Miskatonic...
Juanitoblazer
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